En el mito Zen de la creación, los koans llegaron a China traídos por un bárbaro Hindú llamado Bodhidharma.
El emperador preguntó a Bodhidharma. "¿Cuál es el punto principal de esta sagrada enseñanza?"
"El vasto vacío, nada sagrado," respondió Bodhidharma.
El Zen trata todo pensamiento como ilusión más o menos tangencial a la realidad. Este no pueden ser reparado o llevado a puerto, si bien la mayor parte de los comunicados de prensa y de las doctrinas religiosas constituyen un intento de hacer precisamente esto. Lo cual implica que la mayoría de las religiones llevan a un conflicto interior entre sus doctrinas y nuestro sentido de la verdad. Al tomar el camino opuesto, adentrándose en la paradoja y la duda, el Zen ofrece libertad.
No sólo el Zen abraza esta convicción. El conocido antropólogo y científico social, Gregory Bateson, era más que conciente de la naturaleza de la paradoja y de las dobles ligaduras de la mente pensante. Ilya Prigogine formuló la teoría de las Estructuras Disipativas para describir ciertas reacciones químicas como las que involucran relojes químicos. En estas reacciones, cuando un sistema pierde el equilibrio y se acerca más a la inestabilidad, en lugar de seguir la escalada hacia el caos, de pronto surge un orden de otro nivel. Esta metáfora es muy acertada para describir la forma en que supuestamente funciona el Zen. Alguien que dedica tiempo a un koan, antes que buscar una rápida vuelta al equilibrio previo, profundiza en el rompecabezas de la realidad.
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