jueves, 20 de agosto de 2009

Sofía

De joven me enamoré de una muchacha. No me hacía caso, pero yo insistí y una noche le hablé de mi amor a Sofía (ése era su nombre) con tanta pasión que me abrazó y en mis mejillas sentí sus lágrimas. Por el sabor de esas lágrimas enseguida supe que era ciega, pero eso no me molestaba. Estábamos abrazados cuando desde un bosque cercano oímos patalear un caballo.
-¿Es blanco ese caballo que oímos galopar a través de nuestros besos? -me preguntó.
-No lo sabemos y no lo sabremos hasta que no salga del bosque - respondí.
-No has comprendido nada -dijo Sofía, y en ese momento salió del bosque el caballo blanco.
-Lo he comprendido todo -respuse, y le pregunté de qué color eran mis ojos.
-Verdes -dijo.
Miren, yo tengo los ojos azules.


Milorad Paviç, Diccionario jázaro, Novela léxico, 1989.

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